
“Por favor, dejá este trabajo”, el pedido de la madre de la enfermera que murió al estrellarse el avión sanitario en Río Grande
julio 2, 2025
Mamá, ya dejamos al paciente en el hospital. Ya vuelvo”, escribió Denise Torres García. El 1 de julio de 2022, Mónica Ferrara (la madre) trabajaba desde su casa. Tenía la televisión encendida, haciéndole compañía, mientras esperaba el llamado de su hija, ese en el que le avisara que ya había aterrizado y le contara cómo había sido el traslado aéreo del bebé de cinco meses que había llevado en brazos durante el trayecto entre Buenos Aires y Río Grande. La negligencia lo impidió.
Al momento del despegue, la aeronave estalló. Las víctimas fueron Denise, un médico, el piloto y el copiloto. Según las pericias, una falla elemental —la ausencia de un clip de bloqueo en los controles de la cabina— fue determinante en el desenlace.
“No fue un accidente, porque pudo haberse evitado”, dice Mónica, que supo del triste final porque una amiga la llamó para preguntarle por Denise. Estaba mirando en la tevé una noticia que daba cuenta del estallido de la aeronave. “Empecé a mandarles mensajes y ya no le llegaban”, revive, quebrada, en declaraciones a Infobae.

Al cumplirse tres años, los familiares de los fallecidos siguen reclamando justicia. En la causa judicial aún no hubo indagatorias y recién ahora cuentan con los informes periciales, que concluyeron que hubo “negligencia” en el mantenimiento del avión. “Pareciera que la investigación no busca responsables. Nosotros no nos vamos a rendir”, sostiene con una fuerza inquebrantable, esa que solo tienen las madres a las que les arrebataron a sus hijos.
Era enfermera pediátrica y tenía un deseo: ingresar al Hospital Garrahan. Se lo había propuesto y estaba estudiando para postularse y cumplir ese sueño. Incluso había llevado sus apuntes al traslado que le tocó hacer aquel 1° de julio. Para ella no había tiempo que perder. Había crecido con una enseñanza clara: que la vida es ahora, que siempre hay que luchar por los propios anhelos y ayudar al otro cada vez que se pueda.
Denise sabía mucho de eso. La tragedia la había golpeado muy fuerte cuando apenas tenía 19 años, y entendió entonces que su motivo en la vida era el servicio y la militancia social.
“Estaba estudiando Medicina en la UBA cuando su novio murió en un accidente vehicular. Quedó destrozada. Había hecho un CBC perfecto, con muy buenas notas; la cursada la llevaba impecable. Pero perder a su novio de esa manera fue muy duro para ella. Dejó todo en pausa, por un tiempo”, cuenta Mónica. “Jugaba al hockey, al futbol, cantaba —estaba grabando sus canciones—, iba a dar clases a los chicos del Barrio Mujica, tocaba el piano y la guitarra, y estudiaba mucho…”.
Respetó sus tiempos y, un día, decidió retomar no solo sus actividades, sino también dedicarse de lleno a lo que amaba hacer. “Me dijo que iba a volver a estudiar, pero no Medicina: que se cambiaría a la Licenciatura en Enfermería, porque eso la acercaba más a las personas. Quería ser enfermera pediátrica para estar cerca de los pacientitos y sus familias”, relata su madre.
Así lo hizo. Se recibió y se dedicó por completo a su trabajo. Aunque amaba lo que hacía, su empatía no le permitía dejar todo en el sanatorio. Denise sufría en carne propia el padecimiento de las niñas y niños internados.
“Ella manejaba moto y, a veces, cuando venía a casa a visitarme, la veía sacarse el casco con los ojos todos llorosos. Era porque un paciente oncológico había muerto, o porque alguno no estaba bien. Hablaba mucho con ellos, los hacía cantar, buscaba la manera de hacerlos sentir bien. También acompañaba mucho a las mamás y a los papás”, destaca su madre sobre la inmensa labor de la joven, que murió antes de cumplir 31 años.
Ese amor que Denise daba le era retribuido. Cuando estaba de franco, atendía las videollamadas que le hacían sus compañeros porque alguno de los pequeños pacientes quería hablar con ella o verla. “Y ella dejaba de hacer lo que estuviera haciendo, no le importaba nada más que verlos y hablarles. Nunca le importó que fuera su día de descanso”, dice Mónica.
También sintió todo lo que su hija generaba durante el duro momento de despedirla. “Al velorio fueron todos sus amigos y compañeros, pero también los padres de sus pacientitos. Una mamá me contó que Denise hacía cantar a su hija mientras estaba internada, y que eso le hizo mucho bien, porque por ese rato se olvidaba de su enfermedad. ¡Así era ella!”.
En ese triste momento, también la despidieron sus compañeros del Partido Obrero, donde militaba causas sociales. Dijeron: “Denise era una compañera que formó parte de la UJS. Militó en la Facultad de Ciencias Sociales y durante muchos años en la carrera de Enfermería de la UBA, en la agrupación El Frente. Fue una defensora tenaz de la profesionalización de la carrera, siempre luchando contra las injusticias hacia Enfermería. En el último tiempo se recibió de licenciada y apostaba a seguir formándose como docente. También era amante del deporte, formando parte de diferentes equipos de hockey y de fútbol de la UBA, durante muchos años. Daba clases y formación para los más pequeños. Apasionada con sus amigos, una luchadora que apostaba a un cambio social siempre en favor de los trabajadores y los más débiles”.
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